Por: Rafael Romero
Ha sido la televisión, por lo menos desde abril de 1992, un factor que contribuyó al debilitamiento de los partidos políticos en el Perú, por supuesto junto a otros elementos que no es necesario mencionar. La televisión nacional, con su cuota de instrumentalización política desde un poder afincado más de ocho años en el SIN de Montesinos, logró vender estereotipos y roles erráticos entre los líderes políticos, quienes fueron arrastrados a una farándula barata, a la banalización de sus discursos y a un marketing electoral frívolo.

Ahora, pese a la caída de ese superproductor de psicosociales llamado Vladimiro Montesinos, ocurrida hace 13 años, la lógica de “farandulización” y el socavamiento institucional persisten desde la TV. Es más, la destrucción de valores lanzados desde “la caja boba” ya comienza a generar estragos en otras instituciones fundamentales de la sociedad, como la familia, especialmente cuando desde esa televisión basura, chatarra o “TV con antivalores”, o como quiera llamársela, se agrede a la estabilidad emocional del niño y se atenta contra la Constitución y la Ley.

En tal sentido, a fin de defender a la familia, nada mejor que recurrir al Tribunal Constitucional (TC) para conocer, desde algunas de sus resoluciones, el llamado que le hace a otras entidades públicas, claves en la estructura del Estado, para actuar a favor de los valores y el respeto de la juridicidad. Así por ejemplo, en su Sentencia N° 03459-2012-PA/TC, señala: “Resulta indudable el importante rol de los medios de comunicación en la sociedad actual (...), los medios de comunicación han sido y son indispensables para el fortalecimiento de las democracias liberales. Pero así como tienen un rol fundamental, pueden ser utilizados también para amenazar y vulnerar derechos fundamentales”.

En otro acápite el TC agrega: “La forma en que los medios de comunicación recolectan, publican y contextualizan la información, ayuda a crear y a formar concepciones sobre las que se construyen los valores de la sociedad. En tal sentido, los medios de comunicación son parte importante de la formación de símbolos culturales, los cuales muchas veces determinan lo que es considerado como un valor y lo que debe ser considerado como un desvalor”.  Y luego afirma: “Es por ello que la legislación ha respondido regulando, para el caso de la radio y televisión, un horario familiar, comprendido entre las 06:00 y las 22:00”. En conclusión, en medio de este debate, el TC debería hacer respetar sus resoluciones.