Malditas sean las autoridades que no hacen nada para impedir que los caminos del Perú tengan a la muerte como última estación.

Rogaría a los santos, si creyese, para que la ministra de Lan Chile, la de “Cosas” y Graña y Montero, la ministra de Transportes, digo, sueñe cada noche con cuerpos de niños rodados en abismos, cráneos abiertos a la orilla de un río que trae piedras y recibe sangre, que sueñe con jubilados de excursión lanzados a la cuneta por un chofer que dormitaba, y a la noche siguiente otra vez con niños aplastados y a la siguiente con más niños quietos en sus asientos después de un choque frontal en una carretera sin señales, y a la noche del otro día que sueñe con chicos de una promoción despidiéndose de las mamás que no volverán a ver, diciendo chau desde una ventanilla sucia, en ese óminbus que huele a sudores viejos, señora ministra de Lan Chile, rescoldo de Fujimori, lady, que sueñe usted con las noches negras, el chirrido de los frenos y el ruido coral y siempre escandaloso que hace la muerte a la hora de sus buenas cosechas en los caminos del Perú.

En los caminos de los pobres, se entiende. Porque cuando los chicos de una promo de Carabayllo se quieren ir al Cusco no se suben a un avión de Lan –¿verdad ministra?– sino a un ómnibus de Cial nomás, a ver si llegas, a ver si te asaltan, a ver si el chofer cabecea, a ver si sales hecho un cuerpo terroso en el noticiero del 4 y le preguntan a tu madre que cómo se siente, señora, para el noticiero del 4, por favor.

En el Perú hay un promedio de 72,372 accidentes de tránsito por año (8 cada hora, 198 al día). Y las muertes llegan a ser 3,281 por año (273 al mes, 9 cada 24 horas). Y los heridos, muchos de ellos víctimas de invalidez permanente, han llegado a ser, en los últimos nueve años, 299,387 (33,265 por año, 2,772 cada mes, 92 cada 24 horas). Las grandes causas de esta tragedia de masas son dos, que en realidad son una: exceso de velocidad y temeridad en la conducción, ambas atribuibles a los choferes. De modo que cualquier plan que intente disminuir esta sangría de vidas y esta muerte de futuros en las pistas tendría que empezar por examinar el nivel profesional y cultural y el perfil psicológico de quienes tienen en sus manos tanta responsabilidad.

El Perú tiene 29 muertos por cada 10,000 vehículos. Chile tiene 7 y Argentina 4, Colombia 14 y Sudáfrica 17. Y de las 3,281 muertes/año, el transporte interprovincial aporta 1,321. Y de esas 3,281 muertes/año, 2,992 ocurren en la red vial nacional mal señalizada, muchas veces penumbrosa, repleta de curvas mal diseñadas, mordida por la arena y plagada de camioneros asesinos.

Por eso es que me parece detestablemente cínico que la señorita Zavala salga a mentir en TV y en radio y a decir que la cosa está bajo control y que el plan tolerancia cero es un éxito y que todos debemos agradecerle sus favores a Lan Chile, la “efectividad de las revisiones técnicas” que ella permite que haga una empresa monopólica y contrahecha coludida con Castañeda y, en fin, su muy disimulada preocupación por los que no pueden pagarse un pasaje en avión –es decir los otros, o sea, los que no van ni al Cade ni a Acho–.

ue sueñe con los angelitos, señorita ministra. Y que el doctor García la siga protegiendo. A usted y a Cayetanita, otra joya. Y a Jorgito Lazarte, su asesor, le deseo que tenga una pesadilla con la empresa-pantalla “Seturín”, la que gerenteaba “el Padrino” de la supercoca, el que le facilitaba pasajes aéreos con descuento. Buenas noches.