Por: Rafael Romero
El país y el Estado tienen que reaccionar de manera eficaz y contundente contra la delincuencia, que ya siembra terror entre la gran mayoría de peruanos, llegando incluso a paralizar pequeñas inversiones de ciudadanos de a pie, quienes solo emprenden modestas boticas, bodegas, librerías, etc., o a frenar las actividades económicas de honrados taxistas, colectiveros, profesionales liberales, como dentistas, ingenieros u otros, obligados a pagar cupos como en los tiempos de Al Capone.

Pero el problema se amplifica frente a ciudadanos que tienen negocios más complejos, como medianos comerciantes, industriales, exportadores, por citar algunos casos, quienes no sólo tienen que soportar el recurrente asalto a mano armada en sus empresas sino hasta ser potenciales víctimas de los “marcas” o secuestradores.

Esto no puede seguir así y alguien tiene que asumir el liderazgo en beneficio de la seguridad ciudadana, a fin de darle un mínimo de garantía al jubilado que a la salida de un banco ve arrebatados sus ínfimos ingresos a causa de algún antisocial que se le cruza en el camino. O también a fin de brindarle más seguridad al universitario que va a su centro de estudios con el riesgo de que su laptop o calculadora sea sustraída por un malhechor, o el escolar que muere al tratar de defender sus zapatillas o su teléfono celular.

En síntesis, la gravedad de la situación ya ha dejado de ser doméstica puesto que, cuando se asalta un grifo con tres policías incluidos, cuando hay sicarios de trece o catorce años de edad, o cuando una empresa de seguridad como “Planimvest” es tomada por delincuentes, que la desvalijan robándose más de cien armas de fuego, entonces esto significa que hemos cruzado la línea de lo permisible para llegar a un estado de verdadera violencia y terrorismo urbano.

Obviamente habrá algunas resistencias frente a este concepto. No importa, porque sabido es que el derecho y la ciencia jurídica andan atrasados cincuenta años por lo menos frente a los fenómenos sociales, y ya se tomará conciencia poco a poco para darles este tratamiento a los delincuentes del país, a fin de impedir que nuestra nación se convierta en una de las más inseguras del continente.