Por: Rafael Romero
La ONPE no tuvo más remedio que retirar su proyecto de ley enviado al Congreso, el mismo que abría una ventana a las pretensiones de Nadine Heredia de candidatear a la presidencia de la República en el 2016. Sobre el particular no le falta razón al congresista Julio Gagó, quien declaró para “El 11 informa” que acabamos de ser testigos de un globo de ensayo oficialista que buscó medir las reacciones de los más diversos sectores ciudadanos en este tipo de escenario de continuismo humalista.

No seamos ingenuos respecto del cálculo de otros actores acostumbrados por años a una suerte de juego estratégico, por ejemplo el diario El Comercio y su encuestadora Ipsos Apoyo –que le marcan la agenda a satélites como Perú21 y Datum−, consagrados ya como operadores políticos y expertos en el pulseo de intereses particulares, mediáticos y económicos. Para ello inflarán o desinflarán cuando quieran la imagen de Nadine Heredia, y hasta compararán su popularidad con la de su marido Ollanta Humala, incluso haciéndolos competir descaradamente.

Este tipo de encuestas son obsesivas porque en ningún país del mundo ni los medios ni la gente se ocupan en demasía del cónyuge de un jefe de Estado, al punto de hacerlos rivalizar. ¿Alguien sabe quién es la esposa de Sebastián Piñera o alguien se preocupa de la mujer de Hugo Chávez? ¿Algún periodista sensato o encuestador serio gasta esfuerzo en el primer caballero de Brasil, o el ex marido de Dilma Rouseff? Sólo en Perú un grupo mediático y dos encuestadoras hacen el ridículo cuando buscan petardear la institución jurídica de la presidencia de la República, minándola con encuestas sobre la popularidad de esa suerte de nueva figura (inconstitucional) denominada “la pareja presidencial” y con la persistente proyección electoral de la primera dama.

Este tinglado no ocurrió en el caso de los binomios Fernando Belaunde-Violeta Correa ni en el de Alan García-Pilar Nores (ellos tampoco lo hubieran permitido). Por tanto, hace mal El Comercio interesándose en un hecho contrario a ley: incentivar que Nadine Heredia se lance como candidata presidencial cuando a todas luces la norma electoral se lo impide; y peor cuando un proyecto de la ONPE se prestó para ese desaguisado, convirtiéndose en furgón de cola de quienes quieren demostrar a los inquilinos de la Casa de Pizarro que en sus manos reposa “la popularidad” de noveles políticos propensos a dejarse manipular por el espejismo de las encuestas.